26 mar 2010
La culpa del silencio
Callar cuando se comete un delito es una falta grave más aun cuando tienes la certeza de que no paran de acosarte sin razón alguna. Continuan y aun despues de tanto tiempo no sé aun lo que pretenden y estoy segura no lograré saberlo por el momento Dios guarde a todos en especial a quienes levantan falsos testimonios contra otras personas y nunca se dignan a aceptar su error y pedir disculpas aun lo espero porque el acoso continua.
23 dic 2009
Lloro cada vez que leo esto es demasiado bello...
Dónde está Dios, aunque no exista
Fernando Pessoa
" ¿Dónde está Dios, aunque no exista? Quiero rezar y llorar, arrepentirme de crímenes que no he cometido, disfrutar de ser perdonado por una caricia no propiamente maternal. Un regazo para llorar, pero un regazo enorme, sin forma, espacioso como una noche de verano, y sin embargo cercano, caliente, femenino, al lado de cualquier fuego… Poder llorar allí cosas impensables, faltas que no sé cuáles son, ternuras de cosas inexistentes, y grandes dudas crispadas de no sé qué futuro…Una infancia nueva, un ama vieja otra vez, y una cama pequeña donde acabe por dormirme, entre cuentos que arrullan, mal oídos, con una atención que se pone tibia, de rayos que penetraban en jóvenes cabellos rubios como el trigo… Y todo esto muy grande, muy eterno, definitivo para siempre, de la estatura única de Dios, allá en el fondo triste y somnoliento de la realidad última de las cosas…Un regazo o una cuna o un brazo caliente alrededor de mi cuello…Una voz que canta bajo y parece querer hacerme llorar…El ruido de la lumbre en el hogar… Un calor en el invierno… Un extravío suave de mi conciencia… Y después, sin ruido, un sueño tranquilo en un espacio enorme, como la luna rodando entre estrellas…Cuando coloco en un rincón, con un cuidado lleno de cariño –con ganas de darles besos- mis juguetes, las palabras, las imágenes, las frases –¡me quedo tan pequeño y tan inofensivo, tan solo en un cuarto tan grande y tan triste, tan profundamente triste…! Después de todo, ¿quién soy yo cuando no juego? Un pobre huérfano abandonado en las calles de las sensaciones, tiritando de frío en las esquinas de la Realidad, teniendo que dormir en los escalones de la Tristeza y que comer el pan regalado de la Fantasía. De un padre sé el nombre; me han dicho que se llama Dios, pero el nombre no me da idea de nada. A veces, de noche, cuando me siento solo, le llamo y lloro, y me hago una idea de él a la que poder amar… Pero después pienso que no le conozco, que quizás no sea así, que quizás no sea nunca ese padre de mi alma…¿Cuándo se terminará todo esto, estas calles por las que arrastro mi miseria, y estos escalones donde encojo mi frío y siento las manos de la noche entre mis harapos? Si un día viniese Dios a buscarme y me llevase a su casa y me diese calor y afecto… Pero el viento se arrastra por la calle y las hojas caes en la acera… Alzo los ojos y veo las estrellas que no tienen ningún sentido… Y de todo esto apenas quedo yo, un pobre niño abandonado…Tengo mucho frío. Estoy tan cansado en mi abandono. Vé a buscar, oh Viento, a mi Madre. Llévame por la Noche a la casa que no he conocido…Vuelve a darme, oh Silencio, mi alma y mi cuna y la canción con que dormía. "
Fernando Pessoa
" ¿Dónde está Dios, aunque no exista? Quiero rezar y llorar, arrepentirme de crímenes que no he cometido, disfrutar de ser perdonado por una caricia no propiamente maternal. Un regazo para llorar, pero un regazo enorme, sin forma, espacioso como una noche de verano, y sin embargo cercano, caliente, femenino, al lado de cualquier fuego… Poder llorar allí cosas impensables, faltas que no sé cuáles son, ternuras de cosas inexistentes, y grandes dudas crispadas de no sé qué futuro…Una infancia nueva, un ama vieja otra vez, y una cama pequeña donde acabe por dormirme, entre cuentos que arrullan, mal oídos, con una atención que se pone tibia, de rayos que penetraban en jóvenes cabellos rubios como el trigo… Y todo esto muy grande, muy eterno, definitivo para siempre, de la estatura única de Dios, allá en el fondo triste y somnoliento de la realidad última de las cosas…Un regazo o una cuna o un brazo caliente alrededor de mi cuello…Una voz que canta bajo y parece querer hacerme llorar…El ruido de la lumbre en el hogar… Un calor en el invierno… Un extravío suave de mi conciencia… Y después, sin ruido, un sueño tranquilo en un espacio enorme, como la luna rodando entre estrellas…Cuando coloco en un rincón, con un cuidado lleno de cariño –con ganas de darles besos- mis juguetes, las palabras, las imágenes, las frases –¡me quedo tan pequeño y tan inofensivo, tan solo en un cuarto tan grande y tan triste, tan profundamente triste…! Después de todo, ¿quién soy yo cuando no juego? Un pobre huérfano abandonado en las calles de las sensaciones, tiritando de frío en las esquinas de la Realidad, teniendo que dormir en los escalones de la Tristeza y que comer el pan regalado de la Fantasía. De un padre sé el nombre; me han dicho que se llama Dios, pero el nombre no me da idea de nada. A veces, de noche, cuando me siento solo, le llamo y lloro, y me hago una idea de él a la que poder amar… Pero después pienso que no le conozco, que quizás no sea así, que quizás no sea nunca ese padre de mi alma…¿Cuándo se terminará todo esto, estas calles por las que arrastro mi miseria, y estos escalones donde encojo mi frío y siento las manos de la noche entre mis harapos? Si un día viniese Dios a buscarme y me llevase a su casa y me diese calor y afecto… Pero el viento se arrastra por la calle y las hojas caes en la acera… Alzo los ojos y veo las estrellas que no tienen ningún sentido… Y de todo esto apenas quedo yo, un pobre niño abandonado…Tengo mucho frío. Estoy tan cansado en mi abandono. Vé a buscar, oh Viento, a mi Madre. Llévame por la Noche a la casa que no he conocido…Vuelve a darme, oh Silencio, mi alma y mi cuna y la canción con que dormía. "
1 oct 2009
Hay canas y canas

En los encuentros con mis amigas es frecuente que comentemos los cambios en nuestro aspecto físico y, de manera indefectible, esas conversaciones siempre acaban centrándose en la progresiva invisibilidad de las mujeres a partir de los 40 años y su agudización alrededor de los 60, especialmente por lo que atañe a los códigos de atracción entre los sexos. En una reciente entrevista a Isabel Allende en la que la periodista le hacía la observación de que el chocolate, una energía misteriosa para la escritora, luego se veía a la altura de la cadera, provocó la respuesta en el sentido que más arriba les he apuntado: "Después de los sesenta da igual, querida, porque, tengas caderas o no, ya eres invisible. Podrás andar en pelotas en la Plaza de Armas, y no te van a mirar".
La juventud y la belleza son claramente valores o atributos que priman sobre todos los demás asociados a las mujeres. Pero ni las técnicas más avanzadas pueden conservarlos eternamente. Así que la madurez aboca a la invisibilidad. Eso no ocurre con los hombres. Miren lo que pasa en la mayoría de los informativos de las cadenas generalistas españolas: ellas, jóvenes, guapas y delgadas. Ellos, como poco, diez años mayores, sin los atributos de ellas, sustituidos por una madurez que se interpreta como "experiencia". La "BBC", que no es ajena a esta situación, se ha propuesto enmendar los errores del pasado y busca presentadoras mayores de 50 años.
Está claro que las huellas del paso del tiempo en el cuerpo, aunque se encuentren por igual en mujeres y hombres, no nos afectan de la misma forma. No tienen más que comprobar que, cuando una pareja se rompe, por lo general el hombre siempre encuentra otra más joven, cosa que no suele suceder al revés. ¿Cuestión de biología?, ¿está en la naturaleza de hombres y mujeres que ello sea así? No me parece que sea una cuestión de carácter biológico, es decir, natural, sino cultural y, por tanto, susceptible de transformación. Una transformación que pasa por la eliminación de los estereotipos de género (y no sólo de los asociados al aspecto físico). Algo nada fácil porque la presión por cumplir con los mandatos de género desde todos los ámbitos, especialmente desde los medios de comunicación, es brutal. Y esa presión la llevamos instalada como si de un código genético se tratase; por más que nos afanemos en desmontar esos estereotipos, caemos víctimas de ellos. Yo la primera, cuando este verano mi marido descubrió que tenía canas. Me dijo "tendrás que ir a la peluquería, que tienes muchas canas". Intenté resistirme y razonar: "tantas como tú y no te digo nada". Me contestó: "Pero no es lo mismo", y salí pitando a que me hicieran las mechas. Ya ven cómo está el patio.
La juventud y la belleza son claramente valores o atributos que priman sobre todos los demás asociados a las mujeres. Pero ni las técnicas más avanzadas pueden conservarlos eternamente. Así que la madurez aboca a la invisibilidad. Eso no ocurre con los hombres. Miren lo que pasa en la mayoría de los informativos de las cadenas generalistas españolas: ellas, jóvenes, guapas y delgadas. Ellos, como poco, diez años mayores, sin los atributos de ellas, sustituidos por una madurez que se interpreta como "experiencia". La "BBC", que no es ajena a esta situación, se ha propuesto enmendar los errores del pasado y busca presentadoras mayores de 50 años.
Está claro que las huellas del paso del tiempo en el cuerpo, aunque se encuentren por igual en mujeres y hombres, no nos afectan de la misma forma. No tienen más que comprobar que, cuando una pareja se rompe, por lo general el hombre siempre encuentra otra más joven, cosa que no suele suceder al revés. ¿Cuestión de biología?, ¿está en la naturaleza de hombres y mujeres que ello sea así? No me parece que sea una cuestión de carácter biológico, es decir, natural, sino cultural y, por tanto, susceptible de transformación. Una transformación que pasa por la eliminación de los estereotipos de género (y no sólo de los asociados al aspecto físico). Algo nada fácil porque la presión por cumplir con los mandatos de género desde todos los ámbitos, especialmente desde los medios de comunicación, es brutal. Y esa presión la llevamos instalada como si de un código genético se tratase; por más que nos afanemos en desmontar esos estereotipos, caemos víctimas de ellos. Yo la primera, cuando este verano mi marido descubrió que tenía canas. Me dijo "tendrás que ir a la peluquería, que tienes muchas canas". Intenté resistirme y razonar: "tantas como tú y no te digo nada". Me contestó: "Pero no es lo mismo", y salí pitando a que me hicieran las mechas. Ya ven cómo está el patio.
30 ago 2009
El Amor

El Amor es una quimera,
un invento de la pasión,
el delirio de un poeta,
espejismo del corazón...
El Amor no tiene amigos,
porque a todos los traiciona,
hermitaño, desertor,
huye de quien lo añora...
El Amor como las rosas,
viene cargado de espinas,
crece de a poco en el alma,
y deja profundas heridas...
El Amor es la cicuta del ánima ,
leal aliado de las lágrimas,
viajero errante,nómada
del que todos huyen al que todos claman....
4 jun 2009
El Poema de las Lágrimas (Lord Byrón)
Cuando el Amor o la Amistad le deben
a la ternura despertar el alma,
y el alma debe aparecer sincera
en la mirada,
podrán los labios engañar, fingiendo
una sonrisa seductora y falsa,
pero la prueba real sólo se muestra
con una lágrima.
Una sonrisa puede ser a veces
un artificio que el temor disfraza;
tras ella puede ocultarse el odio
que nos amarga.
Por eso quiero más que solo un suspiro
cuando los ojos, expresión del alma,
por un momento miro obscurecerse
con una lágrima.
¡Oh! cuántas veces por lograr la gloria
más de un soldado con furor se afana
en matar sin piedad a su enemigo
en las batallas;
pero levanta al que cayó en el suelo
y sus heridas compasivo baña
con amor, con piedad, con sentimiento,
con una lágrima
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cuando al imperio de la eterna noche
tome su vuelo para siempre el alma;
cuando mi cuerpo exánime repose
bajo una lápida,
si por ventura os acercáis un día
donde mi triste sepultura se halla
humedeced tan sólo mis cenizas
con una lágrima.
Yo no deseo mármol ni monumento
que a la ambición la vanidad levanta;
manto suntuoso con que el necio orgullo
cubre su nada;
no darán sus emblemas a mi nombre
el falso orgullo ni la gloria vana;
lo que yo quiero, lo que sólo pido
Es una Lágrima.
Lord Byron
1788-1824
a la ternura despertar el alma,
y el alma debe aparecer sincera
en la mirada,
podrán los labios engañar, fingiendo
una sonrisa seductora y falsa,
pero la prueba real sólo se muestra
con una lágrima.
Una sonrisa puede ser a veces
un artificio que el temor disfraza;
tras ella puede ocultarse el odio
que nos amarga.
Por eso quiero más que solo un suspiro
cuando los ojos, expresión del alma,
por un momento miro obscurecerse
con una lágrima.
¡Oh! cuántas veces por lograr la gloria
más de un soldado con furor se afana
en matar sin piedad a su enemigo
en las batallas;
pero levanta al que cayó en el suelo
y sus heridas compasivo baña
con amor, con piedad, con sentimiento,
con una lágrima
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cuando al imperio de la eterna noche
tome su vuelo para siempre el alma;
cuando mi cuerpo exánime repose
bajo una lápida,
si por ventura os acercáis un día
donde mi triste sepultura se halla
humedeced tan sólo mis cenizas
con una lágrima.
Yo no deseo mármol ni monumento
que a la ambición la vanidad levanta;
manto suntuoso con que el necio orgullo
cubre su nada;
no darán sus emblemas a mi nombre
el falso orgullo ni la gloria vana;
lo que yo quiero, lo que sólo pido
Es una Lágrima.
Lord Byron
1788-1824
11 abr 2009
Amor Eterno..
Si me voy algún día que no se empañe tu sonrisa,
que sigas flotando en la nube rosa de mi eterno amor,
que mis besos te acompañen en tus noches calladas,
que mis brazos te arropen en tus eternas madrugadas...
Si me voy algún día Amor de mi vida primavera de mis invernales tristezas,
que sigas flotando en la nube rosa de mi eterno amor,
que mis besos te acompañen en tus noches calladas,
que mis brazos te arropen en tus eternas madrugadas...
Si me voy algún día vida mía que la luz de tus ojos no se apague
porque son las estrellas que me guian.
Sentiras en el alma el fuego de mi amor que te abraza,
sentiras a tu lado esa fuerza extraña que nos ata.....
Si me voy algún día vida mia escribiras nuestra historia de amor,
la tejeras con rosas, claveles y azucenas la pintaras
con los colores del Amor aquellos que inventamos los dos...
y si te vas primero no habra en el mundo nadie que te extrañe como yo....
Si me voy algún día caballero azul de mis sueños dorados,
quiero que guardes la miel de mis apasionados labios,
que recuerdes mi sonrisa, mis disparatados anhelos,
mi optimismo,mi alegría, aquellos momentos inolvidables y bellos....
Si me voy algún día Amor de mi vida primavera de mis invernales tristezas,
te suplico no me llores mantenme viva en tu alegría,
dejame ser esa luz que siga alumbrado con mi amor tu vida,
dejame ser la mujer que en tus brazos se vuelve una niña....
Si me voy algún día recordaras mi perfume y mis rosas azules,
seguiran creciendo en tu corazón aquellas semillas de amor eterno
que nos juramos aquella noche de invierno,
aquella noche en que la luna se enamoro del sol.....
26 sept 2008
Plenitud de Vida y espiritus
PLENITUD DE VIDA Y ESPIRITU
( entrevista a Isabel Allende por Eileen Truax)
Se ha curtido en experiencias enriquecedoras, que le han mostrado las fases de su creatividad literaria y su existencia como mujer; por eso, Isabel Allende grita que es feminista, que la globalización no la convence, que trabaja a diario con su realidad de inmigrante y que sólo se arrepiente de lo que no ha hecho en sus 65 años.
“Llega un momento en la vida en que uno se da cuenta de que no hay que vivir limitado; hay que vivir con exageración, porque vamos a vivir una vez”. Y a sus 65 años de edad, Isabel Allende es una mujer que ha vivido casi de todo, y lo ha vivido bien.
Nacida en Lima, Perú, hija de Tomás Allende y sobrina del que fuera presidente de Chile, Salvador Allende, Isabel ha vivido desde su infancia saboreando las mieles y los sinsabores de quien recorre el mundo, unas veces por voluntad propia y otras porque las circunstancias la han obligado; pero en todos los casos, sus experiencias han quedado plasmadas a través de sus letras, convirtiéndola en una de las escritoras latinoamericanas más prolíficas y queridas de los últimos tiempos.
“Yo he sido extranjera toda mi vida porque soy hija de diplomáticos y siempre nos cambiábamos antes de que alcanzara a hacer amigos en alguna parte”, recuerda.
“Así que siempre era la niña nueva en el colegio, la niña nueva en el barrio, muchas veces no hablaba el idioma, no tenía amigos; no fue una infancia fácil. Llegué a Chile a los 15 años y dije: ya no me muevo más de aquí, yo quiero pertenecer a alguna parte”.
Pero 15 años después llegó el golpe militar a Chile y la escritora buscó refugio político en Venezuela, donde permaneció por 13 años.
Su última migración, la que la trajo a vivir a California hace 20 años, fue por amor.
Un día de visita en San Francisco conoció al abogado y también escritor William C. Gordon, y al poco tiempo estaba haciendo una maleta para quedarse con él definitivamente.
Fue junto a él que pasó el trance más difícil de su vida, la muerte de su hija Paula, que diera origen a uno de sus libros más exitosos y por el cual aún le siguen llegando cartas de todo el mundo.
“La diferencia es que cuando vine a los Estados Unidos no fue por situaciones forzadas: yo tomé la decisión”, puntualiza al hablar de su arribo a este país. “Y yo vine no porque estaba enamorada de Estados Unidos, ni perseguía el ‘sueño americano’; vine por Willy”.
Como en el caso de todos los hispanos en Estados Unidos, la migración no fue un paso fácil. “Al principio me costó mucho porque no entendía las reglas del juego, no hablaba el idioma, Willy tenía una vida muy rara”, relata.
“El amor siempre era más que los problemas, menos mal; pero me costó mucho. Hasta que me di cuenta de que yo no tenía por qué perder nada de lo que traía; ni el idioma, ni mis costumbres, ni mis tradiciones, ni la memoria de las cosas pasadas, ni el sentido de familia, del honor, ni todas las cosas que me habían acompañado toda mi vida. Se trataba de ir agregando, tomar de este país lo mejor que me ofrecía, aprender el idioma, incorporarme sin renunciar a nada de lo anterior. Y lo hemos conseguido, tenemos una familia completamente bicultural”.
VIVIR EN INGLÉS,HABLAR EN ESPAÑOL
Isabel Allende es como escribe: sencilla, cálida, serena y al tiempo apasionada, hablando con una gran convicción.
Aunque la cita para la entrevista tiene lugar en medio de un evento concurrido, ella se las ingenia para encontrar un lugar privado y acaba conversando con la reportera en una recámara, sentada sobre la cama.
“A mi edad miro para atrás y me arrepiento de lo que no he hecho, no de lo que he hecho. No hay amores de los que me arrepienta, no hay comidas deliciosas de las que me arrepienta, todo lo contrario. Me arrepiento de las dietas que he hecho, de haberme pasado esclavizada con la virtud y el pecado y un montón de cosas que son puras limitaciones”, dice con una certeza que pretende ser un mensaje directo.
Con más de 25 años en la producción literaria, Allende reconoce que su evolución como escritora ha estado en parte marcada por sus cambios de residencia. “Vivo en inglés y escribo en español; ha habido una influencia en el idioma y ahora escribo de una manera más directa, con frases más cortas, menos adjetivos. Pero también han pasado muchos años; si yo escribiera hoy un libro como La casa de los espíritus no tendría el éxito que tuvo entonces”, considera.
“Hoy día la literatura es mucho más visual, más inmediata, hay una gran influencia del cine, de la cultura del video, de la cultura urbana”.
A pesar de ello, reconoce que no es una entusiasta del fenómeno de la globalización. “Hasta ahora solamente es globalización para el capital, para el dinero, para los empresarios; los seres humanos están limitados por fronteras artificiales. Si vamos a hablar de globalización, globalicémonos en todo: en las ideas, en la tecnología, en la ciencia, en la inmigración, en el trabajo, y no solamente en el capital”, señala.
Sin embargo, en esta evaluación, Allende considera que América Latina, su Latinoamérica plasmada en cada uno de sus 18 libros, se encuentra mejor ahora.
“Salvo el caso de Venezuela con Chávez, la izquierda no se presenta como era en los años 70. Ahora hay, sobre todo en los países latinoamericanos, una búsqueda de soluciones intermedias, que utilizan el mercado libre para que económicamente exista una forma de capitalismo y al mismo tiempo una combinación con sistemas socialistas que ayuden y protejan a la población. Y prácticamente no hay dictaduras en América Latina”, dice refiriéndose a los regímenes que la obligaron a vivir en el exilio. “Ahora la gente aún se mueve, vienen a Estados Unidos de México y de todo Centroamérica, pero es por razones económicas”.
Y justamente ahí es donde hay pendientes. “A Estados Unidos lo veo mal, peor que nunca”, afirma.
“Los años del período de (George W.) Bush han sido fatales para la imagen de Estados Unidos, afuera e internamente; tenemos un país polarizado, en el que hay 47 millones de personas sin seguro médico. El problema es que tenemos un gobierno corrupto, que ha mentido básicamente. La gente se ha acostumbrado a vivir con miedo y a vivir con la mentira, y eso es muy grave en un país.”
Al hablar de migración, Allende considera “inevitable” la construcción de una política migratoria “que permita a la gente venir a trabajar y regresar a su país con trato de trabajo digno, no lo que hay hoy día”.
“Como mujer siento que tengo mucho que hacer todavía. Cuando empecé en el feminismo yo pensaba que era una revolución imparable. Hoy me doy cuenta de que falta todo por hacer; en cualquier circunstancia, guerra, fundamentalismo, crisis económica, la primera víctima es la mujer. Por eso me da mucha rabia que las mujeres jóvenes no quieran llamarse feministas”, asegura enfática.
“Si no les gusta la palabra feminista, que usen otra, pero el trabajo hay que hacerlo, por nosotras y por nuestras hermanas que todavía están fritas”.
Fuente: La Opinión, Los Angeles, EE.UU.
Eileen Truax
Nacida en Lima, Perú, hija de Tomás Allende y sobrina del que fuera presidente de Chile, Salvador Allende, Isabel ha vivido desde su infancia saboreando las mieles y los sinsabores de quien recorre el mundo, unas veces por voluntad propia y otras porque las circunstancias la han obligado; pero en todos los casos, sus experiencias han quedado plasmadas a través de sus letras, convirtiéndola en una de las escritoras latinoamericanas más prolíficas y queridas de los últimos tiempos.
“Yo he sido extranjera toda mi vida porque soy hija de diplomáticos y siempre nos cambiábamos antes de que alcanzara a hacer amigos en alguna parte”, recuerda.
“Así que siempre era la niña nueva en el colegio, la niña nueva en el barrio, muchas veces no hablaba el idioma, no tenía amigos; no fue una infancia fácil. Llegué a Chile a los 15 años y dije: ya no me muevo más de aquí, yo quiero pertenecer a alguna parte”.
Pero 15 años después llegó el golpe militar a Chile y la escritora buscó refugio político en Venezuela, donde permaneció por 13 años.
Su última migración, la que la trajo a vivir a California hace 20 años, fue por amor.
Un día de visita en San Francisco conoció al abogado y también escritor William C. Gordon, y al poco tiempo estaba haciendo una maleta para quedarse con él definitivamente.
Fue junto a él que pasó el trance más difícil de su vida, la muerte de su hija Paula, que diera origen a uno de sus libros más exitosos y por el cual aún le siguen llegando cartas de todo el mundo.
“La diferencia es que cuando vine a los Estados Unidos no fue por situaciones forzadas: yo tomé la decisión”, puntualiza al hablar de su arribo a este país. “Y yo vine no porque estaba enamorada de Estados Unidos, ni perseguía el ‘sueño americano’; vine por Willy”.
Como en el caso de todos los hispanos en Estados Unidos, la migración no fue un paso fácil. “Al principio me costó mucho porque no entendía las reglas del juego, no hablaba el idioma, Willy tenía una vida muy rara”, relata.
“El amor siempre era más que los problemas, menos mal; pero me costó mucho. Hasta que me di cuenta de que yo no tenía por qué perder nada de lo que traía; ni el idioma, ni mis costumbres, ni mis tradiciones, ni la memoria de las cosas pasadas, ni el sentido de familia, del honor, ni todas las cosas que me habían acompañado toda mi vida. Se trataba de ir agregando, tomar de este país lo mejor que me ofrecía, aprender el idioma, incorporarme sin renunciar a nada de lo anterior. Y lo hemos conseguido, tenemos una familia completamente bicultural”.
VIVIR EN INGLÉS,HABLAR EN ESPAÑOL
Isabel Allende es como escribe: sencilla, cálida, serena y al tiempo apasionada, hablando con una gran convicción.
Aunque la cita para la entrevista tiene lugar en medio de un evento concurrido, ella se las ingenia para encontrar un lugar privado y acaba conversando con la reportera en una recámara, sentada sobre la cama.
“A mi edad miro para atrás y me arrepiento de lo que no he hecho, no de lo que he hecho. No hay amores de los que me arrepienta, no hay comidas deliciosas de las que me arrepienta, todo lo contrario. Me arrepiento de las dietas que he hecho, de haberme pasado esclavizada con la virtud y el pecado y un montón de cosas que son puras limitaciones”, dice con una certeza que pretende ser un mensaje directo.
Con más de 25 años en la producción literaria, Allende reconoce que su evolución como escritora ha estado en parte marcada por sus cambios de residencia. “Vivo en inglés y escribo en español; ha habido una influencia en el idioma y ahora escribo de una manera más directa, con frases más cortas, menos adjetivos. Pero también han pasado muchos años; si yo escribiera hoy un libro como La casa de los espíritus no tendría el éxito que tuvo entonces”, considera.
“Hoy día la literatura es mucho más visual, más inmediata, hay una gran influencia del cine, de la cultura del video, de la cultura urbana”.
A pesar de ello, reconoce que no es una entusiasta del fenómeno de la globalización. “Hasta ahora solamente es globalización para el capital, para el dinero, para los empresarios; los seres humanos están limitados por fronteras artificiales. Si vamos a hablar de globalización, globalicémonos en todo: en las ideas, en la tecnología, en la ciencia, en la inmigración, en el trabajo, y no solamente en el capital”, señala.
Sin embargo, en esta evaluación, Allende considera que América Latina, su Latinoamérica plasmada en cada uno de sus 18 libros, se encuentra mejor ahora.
“Salvo el caso de Venezuela con Chávez, la izquierda no se presenta como era en los años 70. Ahora hay, sobre todo en los países latinoamericanos, una búsqueda de soluciones intermedias, que utilizan el mercado libre para que económicamente exista una forma de capitalismo y al mismo tiempo una combinación con sistemas socialistas que ayuden y protejan a la población. Y prácticamente no hay dictaduras en América Latina”, dice refiriéndose a los regímenes que la obligaron a vivir en el exilio. “Ahora la gente aún se mueve, vienen a Estados Unidos de México y de todo Centroamérica, pero es por razones económicas”.
Y justamente ahí es donde hay pendientes. “A Estados Unidos lo veo mal, peor que nunca”, afirma.
“Los años del período de (George W.) Bush han sido fatales para la imagen de Estados Unidos, afuera e internamente; tenemos un país polarizado, en el que hay 47 millones de personas sin seguro médico. El problema es que tenemos un gobierno corrupto, que ha mentido básicamente. La gente se ha acostumbrado a vivir con miedo y a vivir con la mentira, y eso es muy grave en un país.”
Al hablar de migración, Allende considera “inevitable” la construcción de una política migratoria “que permita a la gente venir a trabajar y regresar a su país con trato de trabajo digno, no lo que hay hoy día”.
“Como mujer siento que tengo mucho que hacer todavía. Cuando empecé en el feminismo yo pensaba que era una revolución imparable. Hoy me doy cuenta de que falta todo por hacer; en cualquier circunstancia, guerra, fundamentalismo, crisis económica, la primera víctima es la mujer. Por eso me da mucha rabia que las mujeres jóvenes no quieran llamarse feministas”, asegura enfática.
“Si no les gusta la palabra feminista, que usen otra, pero el trabajo hay que hacerlo, por nosotras y por nuestras hermanas que todavía están fritas”.
Fuente: La Opinión, Los Angeles, EE.UU.
Eileen Truax
29 may 2008
Para Meditar...

¿Cuál Es ?
¿El dia mas bello? Hoy
¿El obstaculo mas grande? El miedo
¿La raiz de todos los males? El egoísmo
¿La peor derrota? El desaliento
¿La primera necesidad? Comunicarse
¿El misterio mas grande? La muerte
¿La persona mas peligrosa? La mentirosa
¿El regalo mas bello? El perdón
¿La ruta mas rápida? El camino correcto
¿El resguardo mas eficaz? La sonrisa
¿La mayor satisfacción? El deber cumplido
¿Las personas mas necesarias? Los padres
¿ La cosa mas fácil? Equivocarse
¿El error mayor? Abandonarse
¿La distracción mas bella? El trabajo
¿Los mejores profesores? Los niños
¿Lo que mas hace feliz? Ser útil a los demas
¿El peor defecto? El malhumor
¿El sentimiento mas ruin? El rencor
¿Lo mas impresindible? El hogar
¿La sensacion mas grata? La paz interior
¿El mejor remedio? El optimismo
¿La fuerza mas potente del mundo? La fe
¿La cosa mas bella de todo? El Amor
21 mar 2008
Pablo Neruda
POEMA XX
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda, poeta chileno (1904-1973)
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda, poeta chileno (1904-1973)
Dejadme llorar orillas del mar...
La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Pues me distes, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Luis de Góngora y Argote, 1580
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Pues me distes, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Luis de Góngora y Argote, 1580
Volveran las oscuras Golondrinas (Gustavo Adolfo Bécquer)
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...;
desengáñate, ¡así... no te querrán!
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...;
desengáñate, ¡así... no te querrán!
20 mar 2008
Las Abandonadas (Julio Sesto)
Las abandonadas
A ellas
¡Cómo me dan pena las abandonadas,
que amaron creyendo ser también amadas,
y van por la vida llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño!...
¡Cómo hay quien derribe del árbol la hoja
y al verla en el suelo ya no la recoja,
y hay quien a pedradas tire el fruto verde
y lo eche rodando después que lo muerde!
¡Las abandonadas son fruta caída
del árbol frondoso y alto de la vida;
son, más que caída, fruta derribada
por un beso artero como una pedrada!
Por las calles ruedan esas tristes frutas
como maceradas manzanas enjutas,
y en sus pobres cuerpos antaño turgentes,
llevan la indeleble marca de unos dientes...
Tienen dos caminos que escoger: el quicio
de una puerta honrada o el harem del vicio;
¡y en medio de tantos, de tantos rigores,
aún hay quien a hablarles se atreve de amores!
Aquellos magnates que ampararlas pueden,
más las precipitan para que más rueden,
¡y hasta hay quien se vuelva su postrer verdugo
queriendo exprimirlas si aún les queda jugo!
Las abandonadas son como el bagazo
que alambica el beso y exprime el abrazo;
si aún les queda zumo, lo chupa el dolor;
¡son triste bagazo, bagazo de amor!
Cuando las encuentro me llenan de angustias
sus senos marchitos y sus caras mustias,
y pienso que arrastra su arrepentimiento
un niño que es hijo del remordimiento...
¡El remordimiento lo arrastra algún hombre
oculto, que al niño niega techo y nombre!
Al ver esos niños de blondos cabellos
yo quisiera amarlos y ser padre de ellos.
Las abandonadas me dan estas penas,
porque casi todas son mujeres buenas;
son manzanas secas, son fruta caída
del árbol frondoso y alto de la vida.
No hay quien las ampare, no hay quien las recoja
mas que el mismo viento que arrastra la hoja...
¡Marchan con los ojos fijos en el suelo,
cansadas en vano, de mirar al cielo!
De sus hondas cuitas, ni el Señor se apiada,
porque de estas cosas... ¡Dios no sabe nada!
Y así van las pobres, llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño.
A ellas
¡Cómo me dan pena las abandonadas,
que amaron creyendo ser también amadas,
y van por la vida llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño!...
¡Cómo hay quien derribe del árbol la hoja
y al verla en el suelo ya no la recoja,
y hay quien a pedradas tire el fruto verde
y lo eche rodando después que lo muerde!
¡Las abandonadas son fruta caída
del árbol frondoso y alto de la vida;
son, más que caída, fruta derribada
por un beso artero como una pedrada!
Por las calles ruedan esas tristes frutas
como maceradas manzanas enjutas,
y en sus pobres cuerpos antaño turgentes,
llevan la indeleble marca de unos dientes...
Tienen dos caminos que escoger: el quicio
de una puerta honrada o el harem del vicio;
¡y en medio de tantos, de tantos rigores,
aún hay quien a hablarles se atreve de amores!
Aquellos magnates que ampararlas pueden,
más las precipitan para que más rueden,
¡y hasta hay quien se vuelva su postrer verdugo
queriendo exprimirlas si aún les queda jugo!
Las abandonadas son como el bagazo
que alambica el beso y exprime el abrazo;
si aún les queda zumo, lo chupa el dolor;
¡son triste bagazo, bagazo de amor!
Cuando las encuentro me llenan de angustias
sus senos marchitos y sus caras mustias,
y pienso que arrastra su arrepentimiento
un niño que es hijo del remordimiento...
¡El remordimiento lo arrastra algún hombre
oculto, que al niño niega techo y nombre!
Al ver esos niños de blondos cabellos
yo quisiera amarlos y ser padre de ellos.
Las abandonadas me dan estas penas,
porque casi todas son mujeres buenas;
son manzanas secas, son fruta caída
del árbol frondoso y alto de la vida.
No hay quien las ampare, no hay quien las recoja
mas que el mismo viento que arrastra la hoja...
¡Marchan con los ojos fijos en el suelo,
cansadas en vano, de mirar al cielo!
De sus hondas cuitas, ni el Señor se apiada,
porque de estas cosas... ¡Dios no sabe nada!
Y así van las pobres, llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño.
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